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martes, 5 de julio de 2011

Día del Maestro

 Por Orlando Luján Corro 

                La Conferencia Interamericana de Educación recomendó celebrar el Día Panamericano del Maestro el 11 de septiembre (fallecimiento del educador y presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento padre de la educación); sin embargo, no todos los países fijaron esta fecha y tampoco adoptaron la figura antes mencionada. Cada país tiene su propio referente y fecha que está relacionado con algún evento histórico. En lo referente al Perú durante la Independencia, Don José de San Martín funda la primera Escuela Normal de Varones que fue expedida mediante Resolución por el Marqués Torre Tagle el 06 de Julio de 1822. 
Este día se instituye en forma oficial en el año 1953, en el gobierno del general Manuel A. Odría, y alcanza a todos los maestros del Perú tanto de los colegios estatales y  los privados. En esta fecha, seis de junio de cada año, rendimos homenaje al maestro digno y decente que enseña, orienta y conduce a la sociedad en general por el camino del saber con el propósito de construir un Perú mejor, una patria grande y próspera. En esta fecha no recordamos las humillaciones y vejaciones sistemáticas que hemos sufrido durante este último lustro y por ende desde el siglo pasado.                
 El ser maestro es mucho más grande que embustes y befas caprichosas que buscaron destruir  nuestra dignidad; pues recordamos que el artífice de la educación es el maestro quien  inculca en el estudiante, con ejemplo,  el amor por el estudio, por el trabajo y el orden, cultivando en ellos buenos hábitos y valores, reforzando su autoestima para que en la vida sepan valerse por sí mismos y se desenvuelvan en cualquier actividad con seguridad. Aunque siempre hay un rumor atrevido, procaz e indecente relacionando al docente y la evaluación. Que quede bien claro, lectores, los docentes nunca nos hemos  negado a dar evaluaciones, todo lo contrario necesitamos ser evaluados ¡ah! y bien capacitados.
        Se nos robó el respeto; nuestra tarea es recuperarlo y que mejor recordando las palabras brillantes del gran maestro José Antonio Encinas: "Los maestros, al ponernos al servicio del Estado, no hemos vendido nuestra conciencia ni hipotecado nuestras opiniones, ni hemos perdido nuestra ciudadanía. El hecho de recibir una suma mensual de dinero significa sólo el pago de nuestros servicios técnicos, pero no el pago de un silencio y de una conformidad que repugna. Quienes pretenden que el maestro debe "callar, obedecer y trabajar", están en un error, y cometen un insulto a la dignidad humana... 
El maestro ante todo es un mentor social". Maestro, Encinas, si estás palabras hubieran brotado de tus labios en este quinquenio seguro hubieran sido consideradas insolentes y ofensivas al gobierno; y hubieras corrido la misma suerte como en otro hora cuando ni bien terminaste una entrevista fuiste detención inmediatamente confinándote en el Penal del Frontón y después deportado a Panamá. ¿Qué oculta desgracia para el Perú hay en estos hechos en contra de los maestros?, ¿El nuevo presidente tomará como base a la educación y al docente para alcanzar un verdadero desarrollo? Sobre esto último espero no equivocarme; seremos la fortaleza y el sueño esperado.
                El ser maestro es ser profe diminutivo de profesor, cuya palabra viene de la voz profesar, que en alguno de sus significados quiere decir ejercer una ciencia, arte u oficio, o enseñar una ciencia o arte. Además, significa “ejercer una cosa con inclinación voluntaria y continua”. Por tanto, profesor es la persona que ejerce o enseña una ciencia o arte. Así, profesar es más que simplemente ejercer o enseñar una cosa con inclinación voluntaria o continua. Equivale a consagrarse o a dedicarse a una actividad de manera total, tanto en lo individual como en lo colectivo, con el compromiso de servir como premisa fundamental. Aquí ya se invade otro terreno: el de la vocación.
                No habrá mejor condecoración y homenaje al magisterio en estos días culminantes de hostilización y marginación que restituyéndonos nuestro sitial de profesionales con libertad, respeto y justicia. Entonces señor Ministro de Educación sus disculpas a los maestros tal vez sean aceptadas, entonces señor Presidente Alan García sus disculpas, aunque lo dudo, tal vez las prestemos atención, entonces Presidente Ollanta cuente con nosotros.

Orlando Luján Corro
Educador y Poeta
aoluco_79@hotmail.com

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