DOMINGO 04 DE DICIEMBRE DEL
2016 | 09:58
Fernando Zavala viene del mundo de la gerencia privada, de aquel con comunicación pública estructurada y funcional. (Foto: Andina) |
Fernando Zavala no solo tiene que destrabar trámites e
inversiones. Tiene que destrabar comunicación de Gobierno y de Estado
Analista político
La llegada de Fernando Zavala al puesto de primer ministro fue vista
por la mayoría de peruanos como la garantía ideal de gestión gubernamental para
los próximos años, algo así como la gallina de los huevos de oro.
Su exitosa performance
cuando tuvo que obtener el voto de confianza del Congreso y cuando tuvo también
que arrancarle a este las facultades legislativas revelaron un diestro manejo
de la comunicación pública, que por supuesto no iba a ser suficiente conforme
tendrían que crecer las necesidades amplias y transversales de información y
conexión de todo un gobierno con los intereses ciudadanos, muchos de ellos en
conflicto.
Lo que estamos viendo ahora
es que esta gallina de los huevos de oro, es decir la garantía ideal de gestión
gubernamental, tiene que ingerir unas veces los granos envenenados de una mala
comunicación o pasar otras veces por una inanición que la sume en la peor de
las debilidades.
Fernando Zavala viene
del mundo de la gerencia privada, de aquel con comunicación pública
estructurada y funcional. Debió ser preocupante para él tener que mantener los
escombros comunicacionales de Ollanta Humala e improvisar algunos cuadros
propios y del partido de gobierno a la hora de poner a prueba sus funciones. De
ahí que el gobierno haya errado mucho y no haya podido ejercer control de daño
efectivo en muchos momentos de crisis, a causa precisamente de esa mala
comunicación acumulada.
La solución no pasa por
llenar las planillas del Estado de comunicadores o de algo parecido a
comunicadores. Ni por voceros pintados para esto o para aquello. Se trata de
algo más: de la elaboración inteligente e imaginativa de criterios y políticas
de comunicación capaces de sostener y no de traer por los suelos decisiones y
acciones de gobierno y Estado realmente importantes. ¿Cómo así se decidió que
el ex ministro de Defensa hiciera el ridículo en la televisión tratando de
hacer pasar por amor una torpeza funcional propia? ¿No hay quién le diga al
oído al presidente Kuczynski que no tiene que ventilar asuntos internos del
país en una visita de Estado en el exterior? ¿Por qué arremeter contra
prerrogativas del Congreso de interpelación y censura en defensa de un
ministro, sin duda competente y respetable, pero obligado a explicar asuntos de
corrupción y otros que tocan gravemente su responsabilidad política? ¿Qué
pretende hacer el ministro del Interior adelantando opiniones y presunciones en
el tema del incendio en Larcomar, pésimamente investigado hasta hoy, policial y
judicialmente?
Fernando Zavala no solo
tiene que destrabar trámites e inversiones. Tiene que destrabar la comunicación
del Gobierno y del Estado, que está en nada. Hay ministros que juegan a la
sobrevivencia en la sombra, como si se los hubiera tragado la tierra. El perfil
bajo es lo peor que le puede pasar a una gestión moderna. Es propio de
regímenes autoritarios. Debiéramos acabar con ello.
Bueno pues, he aquí un talón
de Aquiles al descubierto, que será peor cuando le atraviese una flecha.
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