MIÉRCOLES 13 DE ABRIL DEL 2016
| 21:40
Por primera vez en la historia, el fin de la pobreza es realmente imaginable.
Ambientalista y director del
Centro para el Consenso de Copenhague
La pobreza es la principal y
más cruel aflicción que afecta a la humanidad, pero el mundo ha hecho grandes
avances contra ella. En 1820, el 83% de personas vivía en una situación de
pobreza extrema. El Banco Mundial estima que, en el 2015, por primera vez, la
pobreza se redujo a un solo dígito. Eso sigue representando al 9,6% de la
población mundial, o 700 millones de personas que viven con menos de US$1,90 al
día (o lo que solía ser un dólar en 1985).
US$1,90 es un límite muy
ajustado. No se trata de lo que un turista puede comprar en un país barato del
Tercer Mundo, sino de lo que un estadounidense puede comprar en su país por ese
valor. En otras partes del mundo, el nivel es ajustado a la capacidad de compra
equivalente en la moneda local.
¿Cuánto costaría resolver este
problema para siempre? El economista Anthony Clunies Ross hizo un intento
inicial en la identificación del costo en el 2005, estimando cuánto dinero se
necesitaría en transferencias en efectivo para sacar a todos de la pobreza.
Actualizaremos su enfoque y
miraremos, por ejemplo, a Bangladesh, un país con aproximadamente 160 millones
de personas y casi un 44% de la población viviendo con menos de US$1,90 al día
–esta es probablemente una sobreestimación porque la pobreza ha disminuido
rápidamente en la última década y la encuesta de gasto de los hogares de
Bangladesh data del 2010, pero es la mejor información que tenemos–.
El ingreso promedio diario en
Bangladesh es casi 50 centavos de dólar menor a US$1,90, por lo que cada día 70
millones de personas necesitan 50 centavos más –o alrededor de US$33 millones
en total– para salir de la pobreza extrema. A lo largo de un año, eso sumaría
US$12,3 mil millones.
Dado que esto se basa en lo que
los estadounidenses podrían comprar por US$12,3 mil millones en su país, el
costo real en moneda de Bangladesh sería mucho menor. El costo a la tasa de
cambio sería de alrededor de US$4,3 mil millones.
Los países más caros para
solucionar la pobreza serían Nigeria y la República Democrática del Congo
(RDC). En la RDC, el 77% de la población es extremadamente pobre y, en promedio
cada día, ganan un dólar por debajo de la línea de pobreza. Combinado con un
tipo de cambio deficiente, el costo de erradicar la pobreza en ese país llega a
más de US$12 mil millones.
Ajustando por la falta de datos
de países como Corea del Norte, Yemen y Zimbabue, el costo total de erradicar
la pobreza en el año 2016 parece ser de alrededor de US$100 mil millones.
Se prevé que habrá un poco
menos de 400 millones de pobres en el 2030, y la pobreza sería casi totalmente
erradicada en el 2060, debido a mayores ingresos. Basándose en esta
información, se puede estimar que el costo futuro agregado de erradicar la
pobreza llega a cerca de US$1,5 billones. Y si dejamos el dinero en un fondo
(que devengaría intereses a lo largo de los próximos 45 años), necesitaríamos
poco menos de un billón de dólares para erradicar la pobreza humana para
siempre.
Un billón de dólares suena como
un gran negocio. Y de hecho es un número enorme. Pero para ponerlo en contexto,
es cerca del 1% del PBI mundial. Se trata de, aproximadamente, 18 meses de
gasto militar, o una vigésima parte del tamaño de la deuda nacional de Estados
Unidos. Y es el costo de tan solo un año del tratado sobre el clima de París
–que frenará el aumento de la temperatura en 0,17 °C para el año 2100–.
Muchas de las mejores
soluciones a la pobreza no cuestan nada. El crecimiento económico sostenido de
base amplia ha sido siempre la ruta más eficaz –durante 30 años, la aceleración
del crecimiento económico chino ha sacado a 680 millones de personas de la
pobreza–. Si pudiéramos conseguir un acuerdo de libre comercio global –una
conclusión exitosa a la estancada Ronda de Doha–, probablemente podríamos sacar
a otros 160 millones de personas de la pobreza. Inversiones baratas en
nutrición infantil y en educación crean oportunidades que transforman vidas
enteras.
Definitivamente deberíamos
centrarnos primero en estas inversiones inteligentes. Pero también debemos
darnos cuenta que, por primera vez en la historia, el fin de la pobreza es
realmente imaginable. Y debemos desafiar a nuestros responsables políticos a
dar cuenta de las decisiones costosas que hacen mucho menos.
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